¿De Quién es la Responsabilidad de los Niñ@s sin el Cuidado de sus Padres?
De acuerdo a la Ley de los Derechos de los Niñ@s, son sus papás los primeros responsables de velar por su desarrollo integral. Si ellos fallan, le toca al Estado proveer para ellos.
La Realidad de la Historia
La historia nos dice que la sociedad civil, en sus diversos ámbitos, siempre ha tenido una alta sensibilidad para cuidar y proteger a los niñ@s privados del cuidado de sus padres. En primer lugar, sus familiares. En segundo lugar, si ellos fallaban, sus vecinos o conocidos. En tercer lugar, personas altruistas de la sociedad civil.
Esto sucedió después de la primera y segunda guerra mundial. Muchos niños solos, algunos mutilados, sin tener a donde ir. Rápidamente sacerdotes, religiosas o matrimonios sensibles abrieron las puertas de grandes casonas para albergar a estos menores de edad. De allí nacieron los orfanatos o casas hogares.
En Nuevo León actualmente hay alrededor de 42 casas hogares. Algunas para ofrecer hospedaje, educación, alimento a menores cuyos padres trabajan largas jornadas. Otras para acoger a menores con enfermedades limitantes cuyos padres no los quisieron. Otras para niños cuyas progenitores han tenido vidas de mucho dolor, quizá sin amor y, por tanto, con la tendencia a tomar decisiones que dañan a sus hijos. Éste es el caso de La Gran Familia.
La Sociedad Civil Responde
Durante 40 años personas de a pie, sensibles al sufrimiento de «los niños sin padres», han aportado para la manutención de esta Casa Hogar. ¡Qué hermoso dar 100 pesos, 1,000 o 50,000 mensuales para cambiar la vida a una persona! Grandes empresarios que siguen donando 500 mil al año.
Gracias a nuestros benefactores estos menores comen, duermen tranquilos, estudian, tienen una mujer a su lado para apapacharlos, remendarles la ropa, animarlos a creer en ellos mismos. Reciben atención médica, psicológica y psiquiátrica, si necesitan. El personal que trabaja con sus familias y Familias de Amor, les infunden la esperanza de poder tener una tierra, un hogar en el cual enraizarse y ser reconocido como «alguien» único, irrepetible, que merece el amor de unos padres.
Gracias a tu beca, hoy podemos seguir beneficiándolos así. Dios te bendiga y recompense infinitamente.
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